lunes, junio 4

Cambiando rumbos

Nuevamente me transporto a otros lares más conocidos y seguros (quiero pensar), mi blog deja de pertenecer a Blogger y se añade a unos de los tantos "wordpressistas" que puedan existir. Así que después de meses de ausencia e intentando recrear nuevas entradas en ese nuevo espacio, les dejo mi nueva dirección: 


Como me dijeron hace unos días: has cambiado y pregunté ¿para bien o para mal? su respuesta me dejó en las mismas, ni una, ni otra...solamente estás diferente. Quizás mis letras lo dirán mejor que yo, o tal vez mis acciones recaen con nuevas emociones y pensares. Ojalá continúen leyendo a dicho personaje que día con noche intenta encontrarse y ser mejor, ser diferente para...simplemente ser.


Hikaru.

martes, enero 31

Monterrico

 Hace un año viajaron sin mi por situaciones que no vale la pena recordar, pero después de unas semanas de organizarnos (supuestamente), ahorrar dinero y energías, buscar el traje de baño indicado y pedir permiso. Llegó el día de agarrar camino y quizás, a estas alturas del partido las fotografías hablen más que mis letras. 

No soy amiga del calor, prefiero lugares fríos como mi casa, donde siempre mantengo las manos frías, helados, cubitos de hielo. Mi madre siempre a dicho que soy como una lagartija, porque mi sangre nunca está caliente. 

Se vale echar a volar la imaginación, pero eso significaría que me estoy desviando a otros temas.

Salimos tarde, como era de esperarse. "Hora chapina" dijeran por ahí, siempre hacemos todo a última hora y cuando planeamos algo termina saliendo al revés, o al menos no como lo pensamos en un inicio. 


 Nos juntamos en la casa de unos amigos, para cambiar de carro, subir las maletas y continuar el recorrido. ¿Cuántas horas serían? No lo sabía, ni siquiera sabía porqué carretera estábamos pasando. 

La más desubicada me dicen.

Pasó una hora quizás e hicimos la primera parada en la gasolinera, para comprar las bebidas justas y necesarias. Lamentablemente todavía no compramos las cervezas, bebidas alcohólicas, etílicas, waro, chelas o como quieran llamarlo. 

Cruzamos en determinado kilómetro para llegar al AutoSafari, sigo sin ser amiga de esas situaciones. El observar a los animales encerrados, sin espacio para movilizarse, fuera de su hábitat, pero bue...qué se le puede hacer, todo el mundo estaba emocionado por llegar.




 Nos quedamos otro buen rato para almorzar y ser atacados por las hormigas. Mala idea ir semidesnuda y con los pies destapados, pero con ese calor es imposible no estarlo.

El dolor de cabeza, el olor del cigarrillo, las hormigas, el sol y el cansancio ya estaban causando efecto en mí. Pero le hice ganas, porque quiera que no: una vez al año, no hace daño.

Continuamos el paseo en el "ferry" por llamarlo de alguna manera sofisticada, cuando la verdad es sólo una gran lancha para trasladar los carros de un punto a otro.

Mi cámara estaba berrinchuda, sólo conmigo. Cuando se la entregaba a mi amiga no hacía más que funcionar correctamente, pero pasó. Fotografías hay hasta de sobra.

Al llegar, nos acomodamos en el micro hotel, pequeño pero agradable, limpio, cerca del mar. Escogimos las camas, cada quien con su respectiva "pareja".



 A las cinco y media de la tarde iban a liberar a las bebé tortugas al mar, así que caminamos al lugar para "patrocinar" a cada tortuga para luego dejarla ir. 

Al ser mi primera vez en el mar después de doce años (aunque usted no lo crea, no soy amiga del agua, sobre todo porque no sé nadar) empezamos por mojarnos lo pies pero al final de cuentas terminamos empapadas por las olas.



 Se podría decir que hice las paces con su inmensidad y hermosura. Medité frente a sus olas, bajo el sol y en la compañía de las personas que más han marcado mi vida. 

Con el pasar de las horas me empecé a sentir incómoda con tanta ropa encima, así que era justo y necesario mostrar el traje de baño que tanto nos había costado encontrar con mi amigo. Total, no me podía sentir tan desnuda con tanta gente alrededor de la misma manera. 

Liberamos a las tortugas, la "nuestra" fue nombrada K (por razones que quizás sólo una persona entienda) pero se fue, nos despedimos de todas y regresamos al hotel. 

Pasamos unas cuantas muchas horas en la piscina, obviamente aferrada de la orilla por miedo a ahogarme (jajaja), es extraño pero casi ninguno de mis amigos sabe nadar, así que nos observaban pegados a la orilla sin hacer mayor movimiento. 


 Cuando se hizo de noche decidimos empezar a beber, por fin después de muchos meses de desearla compré una "verde" mejor conocida por todos como Heineken, podrán decir que no tiene mucho sabor pero para mi es una de las mejores, sin hacer a un lado la Cabro, espero sepan de qué hablo.

Transcurrió el tiempo, nuestros dedos de manos y pies ya estaban arrugados, los cigarrillos se consumían rápidamente así como la cerveza. 

Las pláticas fluían, así como ciertos amigos/as decidían ir a dormir por la hora y el frío que empezaba. Pero nosotros decidimos quedarnos otro rato, meditando, formulando, solucionando. Queriendo salvar el mundo en una micro piscina, con alcohol en las venas y el vicio en el ambiente.

Platicando como buenos amigos.




 Ya era media noche, el nudo en mi espalda gracias al frío no daba para más. Así que dio el último trago de su cerveza ya caliente (como le gusta) y nos retiramos a dormir.

Al día siguiente fuimos a saludar al mar, nos dejamos llevar por sus olas, reímos, gritamos, corrimos (tipo Baywatch jajaja), disfrutamos del sol y la compañía. Desayunamos, fotografiamos el ambiente y las escenas más insólitas. 

Disfrutamos los últimos minutos en ese hermoso, grandioso lugar. Quizás no sea tan amiga del calor pero definitivamente disfruté cada segundo, a pesar de los pesares supongo que era algo que necesitaba. 

Despejar mi mente para iniciar ésta nueva semana con otra actitud, pero eso será tema de otro post. 

Por el momento, sólo me queda decir que arreglamos nuestras cosas, nos bañamos, cambiamos, almorzamos un ceviche como era de esperarse y agarramos camino.


 De nuevo, a la realidad que nos esperaba. Es como si estando en otro ambiente y con otras personas vivieras una realidad paralela, por decirlo de alguna manera. Pero simplemente la mente viaja junto a la naturaleza y eso nos hace sentirnos libres, mejores, grandes, poderosos.

Esperemos que éste viaje no se repita una vez al año, claro hay que pensar en la economía. Pero querer es poder, algo que me repitieron anoche muchas veces y estoy empezando a creerlo, mejor dicho: hace tiempo lo creo, pero es momento de ponerlo en práctica. 

Así que después de éste gran fin de semana de alegría, risas, nuevas experiencias, paces, corridas, fotografías, comidas, buena música, recuerdos, calor, playa y arena.

Porque en sí, la vida en el mar es mucho más sabrosa.
Mejor aún, sí es con personas que tanto te llenan. Me atrevo a decir y asegurar que es la combinación PERFECTA.



Hikaru.


P.D.: Extrañamente no fui la fotógrafa del viaje, por ende salgo en todas y me agrada. Nunca está de más quedar plasmada en las fotografías y no ser la que plasma las imágenes.